GALERÍA: HNA. REGINALDA RÍOS, LA «MADRE» DE CIENTOS DE QUILLABAMBINOS
Mayo, 16. Triste noticia para Quillabamba. El último domingo falleció en Lima la hermana Reginalda Ríos, quienes muchos quillabambinos respetan y recuerdan con cariño por su incansable labor como primera partera y obstetra del Hospital de Quillabamba, donde trabajó por más de 35 años de manera ininterrumpida.
Reginalda Ríos (1924 – 2016)
La recordamos con cariño como la Madre Reginalda, nació en Salamanca – España en 1924. Siendo joven aún, y con sólo 22 años sintió el llamado de Dios y se integró a la Congregación de Misioneras Dominicas del Rosario. Luego, a los 29 años llegó al Perú, donde trabajó en Lima por tres años.
«Su primer y único destino misionera fue Quillabamba» – recordó hoy la Hermana Consuelo, compañera de Reginalda, quien dio aviso del sensible fallecimiento de la madre Reginalda.
«De los 63 años que vivió en el Perú, 58 los pasó en Quillabamba donde ejerció su misión como obstetra durante 35 años en el hospital de Quillabamba. De hecho, durante todo ese tiempo pasó diversas cosas. Vivió durante la época del fuerte movimiento campesino en los ochentas, ella comprometida siempre con la liberación de los más abandonados y pobres, ayudando como profesional del campo de salud», recordó.
Madre de Quillabambinos
Ayer la comunidad de Quillabamba se enteró de la triste noticia: la madre Reginalda había muerto. Su estado de salud y su avanzada edad la alejaron de este mundo, sin embargo, ahora ya descansa en el cielo eterno.
«En las manos de la hermana Reginalda hemos nacido muchos quillabambinos. Ella como primera obstetra nos daba seguridad y nos apoyaba cuando nuestras mamás iban a dar a luz», fueron algunas declaraciones de personas que conocieron de cerca la labor de la madre.
Fraternidad de Ancianos
Tras 35 años de labor de obstetra en el hospital, se jubiló al mismo tiempo que una enfermedad degenerativa empezó a afectarle. Ya en silla de ruedas, y a pesar de su limitación, desarrolló una labor pastoral visitando enfermos y ancianos. Incluso convocó a ancianos de la ciudad de Quillabamba para formar la fraternidad de ancianos «Ramón Zubiate», donde se reunían todos los sábados en un espacio de acompañamiento, donde se les brindaba cariño y servicios de salud, así como evangelización, «y en ese grupo se sentía feliz», expresó la Hna Consuelo desde el otro lado del teléfono.
«Cuando le propusimos venir a Lima, pues su estado de salud ya era muy delicada, tuvimos que esperar un año para que se decidiera. Cuando vino y le hablábamos de Quillabamba se ponía a llorar, fue todo un año como de luto, cada recuerdo era una lágrima en sus ojos. Hasta el final de sus días, su corazón seguía latiendo por Quillabamba».
Nunca se separó de esta tierra hermosa, hasta el último día recibía la visita de Quillabambinos en su casa en Lima.